No hay duda de que la música, por mucho que duela, en el fondo es un negocio. Los artistas también necesitan comer claro está. Pero siempre ha existido esa clara diferencia entre el músico que vive para la música y los que viven por ella. El indie y el comercial. Canciones que perduran durante décadas y otras que se olvidan tras el verano. Sin embargo Lana ha roto todos los esquemas. Lo único que queda pues es disfrutar de sus canciones o criticarlas, tararearlas mientras caminas o maldecir a todo aquel que las escuche, dejar que suenen en tu ipod o borrarlas de todas tus listas de reproducción.
Ser pro-Lana o anti-Lana, esa es la cuestión.
¡Adiós bitches!




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