domingo, 28 de octubre de 2012

R de René

René abre el bálsamo labial. Carmex, sabor cereza. Un amigo suyo le dijo una vez que era adictivo, que una vez lo probase ya no querría comprar ningún otro. Todavía no le había surtido efecto, o quizá solo se tratase de alguna leyenda urbana. Aún no lo había acabado así que ya pensaría qué hacer cuando llegase el momento. Seguramente compraría otro igual.
Deja el libro en la mesilla, Twelve, de Nick McDonnell. No sabe cuántas veces lo ha leído ya. Le parece sencillamente sublime.
Mientras se dirige al baño oscuras piensa en lo mucho que le gustaría escribir así. Debe hacer una reseña de algún libro para la clase de literatura, pero no será de Twelve. Su profesora es vieja y siempre lleva algo violeta y muchos perjuicios. Todavía no sabe cuál eligitrá.
Lo mejor de ser escritor es ver tu libro en el estante de laguna librería o ver a alguien leyéndolo en el metro. Puedes escribir durante toda la vida y en cualquier lugar. En una buhardilla de París, por ejemplo. Lástima que no hable francés, piensa.

   


¡Adiós bitches!

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