Tus ojos ventanas que se abren,
y dejan salir los recuerdos de la noche.
Tus labios, ahora distantes y secos
fueron puerta de palabras bellas, palabras que hoy no son nada
y se rompen en pequeños trozos que caen en mi pelo.
Tus brazos ya no son cuna de mi sueño,
ya no viven ya no tocan.
Tu voz, brillo de la noche, aún espera en mi oído
una espera larga y eterna.
Y los sueños, y los suspiros y los susurros
que tan rápido escaparon de ti
se hunden en mi pecho
atravesándome como un cuchillo de pena y beso.
Miel amarga que llena mi boca,
deseando que no odies hoy lo que ayer amaste.
¡Adiós bitches!



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